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La mar de Valencia


La Bandera de la Comunitat Valenciana


 Este reloj está en el edificio de  la Autoridad Portuaria de Valencia

Para la colección El tiempo sólo es un pretexto. Al parecer es un reloj de factura valenciana

 El Lilly, atracado en la Marina Real Juan Carlos I

 Una vista un poco más panorámica de la marina

 Pececillos

 Receptores de Radio en uno de los botes

 Grúa histórica

 Los engranes de la grúa

 El varadero público, es parte de las instalaciones de la marina


 El paseo que lleva del puerto a la Playa de las Arenas, creo que coincide también con el circuito deportivo

 No tuvo mucho éxito mi moción de alquilar bicis para explorar el sitio

 Las banderas a través de una "ventana"

 Castillo de arena


 Las Titas en la playa

 Es la primera vez que me tomo una foto de playa con ropa térmica, botas  y chaleco de pluma... se me hace rarísimo

 La Mar... como ya he escrito por ahí, ver el agua en movimiento es una de las cosas que más me gustan de la vida, siempre me siento muy feliz cuando puedo hacerlo

 Self-portrait 
 
 Un bosque de palmeras 

 Monumento al actor Antonio Ferrandis, obra de Rafael Orellano

 Mis tres compañeras de viaje

 Comida mediterránea, de lo mejor que he probado en España. En uno de los muchos restaurantes del Paseo Marítimo, a la altura de la Playa Malvarrosa

Antes y después

 Abstracto

 Esa noche regresamos a Madrid y esta fue nuestra mesa de navidad. Asistieron algunos singulares personajes, como se puede ver

CIUTAT DE LES ARTS I LES CIÈNCIES

Mi sensación al llegar a la Ciutat fue la de haber encontrado el lugar que había visto en un sueño premonitorio, y es que, pensándolo bien, los colores del entorno, la presencia acuática, y la sensación arquitectónica me remitieron definitivamente a un sueño recurrente de mi adolescencia, cuando desde luego, no lo consideré premonitorio. En él veía el lugar de mi destino, un lugar de libertad al que iría a estudiar en el futuro (el posgrado, supongo); ahora me percato de que erré el tino por 303 kilómetros.


En primer plano a la izquierda, L'Hemisfèric, el Museo de las Ciencias, después el puente de L'Assut de l'Or y al fondo, el Ágora; a la derecha, L'Umbracle.

 
Al caer la noche




Tres de las cosas que más me gustan de la vida son el amor, los cuerpos de agua (mejor si están en movimiento) y lo que yo llamo la experiencia arquitectónica, que consiste en sentir cómo mi cuerpo se integra a un espacio arquitectónico: ver y sentirme inmersa en los colores, ver y sentirme parte del continuo de texturas, formas, volúmenes y proporciones, inquietarme ante las formas inasibles que crea el silencio arquitectónico, percibir los cambios de luz, temperatura y nivel de ruido cuando se pasa de un espacio a otro, recrearme en el juego intelectual de descifrar la semiótica del espacio o tratar de tomar conciencia de las asociaciones "libres" que hago en torno a las imágenes. Todo esto es una experiencia que se desarrolla en el tiempo, como la música, una experiencia acotada por un lapso temporal en el que cada instante contiene eventos distintos e irrepetibles.





La autopista (el puente Montolivet) se integra armónicamente a las formas en movimiento características de la Ciutat donde todo va (y nos lleva) hacia algún sitio




Los basamentos del puente se mimetizan con el agua que les rodea, frescos, lisos, resbaladizos, fluctuantes, las juntas del mosaico emulan el micro-oleaje producido por el viento, y piedra y agua parecen reflejar la luz del mismo modo



Vistas desde abajo del puente Montolivet:







De cerca no es posible dilucidar la forma del Palacio de las Artes, sólo se puede sentir la contundente solidez del hormigón




Self-portrait



Escalera y rampa hacia a L'Umbracle, aunque parecen llevar a un lugar más misterioso


Las formas fluctuantes de Calatrava conviven a cierta distancia con los ángulos rectos de la arquitectura tradicional 



Alusiones náuticas: líneas inclinadas como el casco de una embarcación, ojos de buey



Esta perspectiva del Palacio de las Artes parcialmente oculto tras la autopista es muy rara



El Palacio de las Artes, que mi imaginación percibe como un barco cubierto por un casco pretoriano adornado por una gran pluma



L'Hemisfèric, sala de proyecciones IMAX y planetario



En cierta forma también parece un casco, pero de ciclista. Creo que Calatrava lo concibió como "forma de ojo".

También alberga la tienda de souvenirs y una cafetería


Por la noche los espejos de agua son aún más espectaculares, pero es más difícil tomar las fotos con poca luz





El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, edificio inspirado en un esqueleto de dinosaurio


Yo, que insisto en interpretar la Ciutat como un espacio marino,  prefiero pensar en el esqueleto de un pez gigante, una ballena prehistórica


Aunque de cerca, estas subestructuras parecen picos de ave (marina, por supuesto)... o una mandíbula de condrictio



El interior de los picos o mandíbulas parece revelar cierta intención iterativa




El esqueleto de animal prehistórico gigante durante la puesta del Sol




El puente de l'Assaut de l'Or (o puente del arpa) y detrás el Ágora

El Ágora es una plaza cubierta que según Calatrava está inspirada en la imagen de dos manos entrelazadas (los dedos en la parte superior) que pueden moverse semejando el movimiento de unas alas




Breve digresión aerodinámica


Dos lunas vistas por las costillas del dinosaurio (arriba) y tras las cuerdas del arpa (abajo)

Y el mapa 3D de la Luna, en una colección de "objetos científicos" tocables ubicada en un extremo de l'Umbracle



L'Umbracle, un jardín urbano que resguarda una colección de palmeras



Atardecer bajo el puente de l'Assaut de l'Or 



Un edificio el complejo oceanográfico



Reloj de Sol



Otro reloj de Sol


Reloj de Luna



De izquierda a derecha, Tita I y Tita II discutiendo sobre cartografía lunar



La colección de palmeras de l'Umbracle



La luna entre el arpa y un silo gaudiano



Puertitas gaudianas de l'Umbracle


Por la noche, concierto navideño del Orfeón de Valencia, que contrariamente a mis expectativas  fue muy bueno, con arreglos originales e interesantes



Se interpretó una toccata de J.S. Bach



Un baile peruano (con el inevitable matiz transcultural)



En el público había tantos ex integrantes del orfeón como coristas. Se integraron para cantar los encores, que por lo visto eran parte del repertorio tradicional de la agrupación